LA COMUNA 7
TAMBIÉN VIVIÓ EL MUNDIAL
Todavía
estamos emocionados. Todavía retumba en nuestra alma esa primera fase del
Mundial tan espectacular de la Selección Colombia en Brasil. Vimos en la
televisión los hinchas en las calles en las de Río de Janeiro, en las de Belo
Horizonte, Brasilia y Cuiabá, a decenas de colombianos felices, celebrando,
sintiéndose parte del primer mundo futbolístico. Aunque muchos hicimos fuerza
desde aquí, muchos pudieron darse el ‘lujo’ de alentar desde Brasil.
Desde el
primer partido en la comuna 7 la expectativa era grande, en el barrio se pudo
ver cómo la gente sacaba sus banderas, ponía bombas en las puertas, recibían a
sus amigos y familiares, y que no hiciera falta la olla con el sancocho en la
calle mientras el partido iniciaba.
Llegaron los
octavos, contra Uruguay. La gente se fue reuniendo, los vecinos sacaban las sillas
y el televisor con la ‘antenita’. Unos pocos al comienzo, luego por montones.
Abundaban las Vuvuzelas, los pitos y los gritos no se hicieron esperar. El
ambiente se fue tornando más cálido, menos tímido; más íntimo y más
desinhibido. Cada vez que aparecían en pantalla las jugadas de los guerreros
colombianos se oían los alientos de la gente.
Colombia se
midió contra la pentacampeona del mundo. No pudo, pero tampoco se dio por
vencido hasta el último minuto del partido, se despidió de la Copa del Mundo,
pero se despidió con la cabeza en alto. Colombia no perdió el mundial, el
mundial perdió a Colombia. La gente del barrio, la ciudad y el país quedó
orgullosa de estos grandes muchachos, que nos llenaron de ilusión y nos
hicieron soñar. Todos quedamos felices y la gente demostró que a pesar de la
derrota podemos tener un comportamiento ejemplar.
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